Caminaba de puntillas por un pasillo largo y solitario, con sus ojos enrojecidos y su habitual cara de cansancio, ya no había lágrimas que aliviaran el dolor que su alma estaba soportando ni gritos al aire que le despojaran del peso que seguía aguantando...
Arrastrando ambos pies dio por finalizado su interminable viaje, dejando caer su cuerpo en las sábanas de una cama que le recordaban que se había marchado.Pequeños trozos de cristales rotos alrededor de un marco destrozado dejaban ver el retrato de dos figuras felices. Hasta que quedo completamente dormida, cansada de recordar todo lo que había sucedido.
Se levanto, en medio de la noche. Apretando sus ojos con fuerza, intentando ver en medio de la oscuridad.Se encontraba en tinieblas, dándole vueltas a qué hacer con su vida, ahora. Mientras buscaba un interruptor, que acabará con la oscuridad que la embargaba.
Pero no tuvo suerte. Encontró en su lugar, una ventana abierta. Por ella entraba una tenue luz, y decidió acercarse. Miró a través de ella y vio que había luna llena, que desprendía una hermosa luz, a todo lo que su vista alcanzaba ver. Después de admirar durante unos segundos aquella belleza, decidió que había que seguir adelante...
Entonces, buscó el reloj y miró la hora. Era temprano. Se apresuro escaleras arriba, entro en su cuarto y abrió el armario. Buscó entre toda la ropa, un vestido. Se arregló y salió. No importaba a dónde, importaba que en ese instante le daba un nuevo rumbo a su vida, aprovechando el tiempo que había perdido...